
Suena contradictorio, que a través del autoconocimiento, precisamente pretendemos renunciar a definirnos.
La palabra definir, significa literalmente poner fin. Las personas, y todo lo vivo no puede ser definido. Una frase, una palabra, una teoría no agota el misterio que habita en cada uno de nosotros. Sin embargo, el hecho de irle poniendo palabras a nuestras experiencias, nos las va acomodando, y va generando en nosotros un auto concepto.
Esta manera de percibirnos, es lo que nos permite apropiarnos de nuestro yo, y desarrollar la consciencia. Es una bendición, sin duda. Pero ahí no acabamos… el siguiente paso, sería desapropiarnos de ese yo. Saber que somos más que eso.
Esto pasa mucho con el uso del Eneagrama. Algunos autores han criticado esta valiosa herramienta, por la percepción del peligro de encasillarnos, de creer que no somos más que una definición de una personalidad. Digamos, que sin querer, podemos quedar atrapado en el auto concepto.
Pero ese no es el objetivo del Eneagrama, ni de cualquier camino que realmente nos ayuda a crecer en consciencia. Simplemente, nos permite identificar y desenmascarar mecanismos, autoengaños, discursos internos, programas autoimpuestos, roles, etc.. para descubrir que no solo somos todo eso, sino mucho más. Digamos que si podemos percibir nuestro Ego, nuestra personalidad, nuestro Eneatipo, este se vuelve trasparente y nos permite saber que hay debajo de esa máscara.
Es parte de un viaje, de un proceso, el camino de auto descubrirnos, para después podernos entregar. Esta entrega es no solo una aceptación de lo que vamos descubriendo, sino una conexión también con nuestra esencia que es dinámica y que finalmente sabemos que no nos pertenece, porque ese concepto de poseer, habita solo en una percepción distorsionada de lo que somos. Y es precisamente, en la donación de nosotros mismos, en donde nos plenificamos y vemos multiplicado todo lo que somos.