Generalmente las personas buscamos estabilidad. Salvo en algunas excepciones, que por personalidad, hay una búsqueda constante de cambios, al resto de nosotros nos gusta vivir sin grandes altibajos. 

En esta búsqueda de equilibrio, a veces nos acostumbramos o nos aferramos a ciertos estados que no necesariamente son sanos para nosotros. 

Carl Jung decía que la psique humana tiene una clara tendencia a la integración y hacia el crecimiento, por lo que en ocasiones nos procura los medios para ponernos en esta línea, aunque no sea lo que conscientemente hubiésemos elegido. 

Esto podríamos decir, en lenguaje más sencillo, que es un llamado inconsciente a hacer pequeños ajustes en nuestra vida. 

Estos ajustes, a veces vienen de crisis que surgen o de algún estado emocional que nos llama la atención y nos lleva a cuestionarnos, a volver hacia adentro de nosotros para entender qué nos está sucediendo. 

Es muy interesante cómo hasta nuestro cuerpo nos reporta la necesidad de ciertos ajustes. Incluso hay algunos autores que afirman que por ejemplo, la depresión es una llamada de auxilio de nuestro corazón para reportarnos que no lo estamos cuidando. 

También en ocasiones es solo un reporte de una necesidad fisiológica como dormir mejor, descansar, comer mejor, etc. 

Dichos ajustes no solo son individuales, a veces lo que se necesita modificar es un tema de relación, de dinámica familiar, de comunicación de pareja, o de cualquier otro aspecto de nuestra vida que incluye a alguien más. 

Creo que frente a esta invitación a ajustarnos, podemos cerrar los ojos y negarla y solamente quejarnos de la incomodidad que nos produce. O podemos escucharnos a nosotros mismos y a los demás y entrar en contacto con nuestra energía creativa que nos irá dando la pauta de lo que tenemos que modificar en lo pequeño para poder lograr otra vez un estado de equilibrio que nos genere crecimiento y mayor bienestar.