
Nuestras palabras tienen mucho poder. Son una de las formas más importantes con las que nos manifestamos al mundo. Como alguna vez mencionamos, son la expresión más fina de la mente humana.
El nivel de consciencia con el que utilizamos nuestras palabras va a repercutir en muchos aspectos de nuestra vida. Principalmente en nuestra paz interior y en la calidad de nuestras relaciones interpersonales.
Hay personas que expresan todo lo que pasa por su mente y por su corazón con mucha espontaneidad, y hay personas que cuidan mucho lo que dicen y a quién se lo dicen.
Tanto en un caso como en otro puede no ser lo que queremos lograr. El ser impulsivo con el uso de nuestro lenguaje, en ocasiones genera malestar interno o externo. Una vez que sale la palabra de nuestra boca, ésta ya no nos pertenece y provoca un efecto en los receptores de dichas palabras. A veces, ese efecto no está alineado a la intención que tenemos en nuestro corazón. Podemos, por ejemplo, lastimar a alguien que queremos, o dar información que no construye sino destruye. Frecuentemente este puede ser el origen de sentimientos de culpabilidad propios, o de resentimientos de gente que nos rodea.
Por otra parte, si cuidamos mucho lo que decimos, podemos sobre pensar e ir guardando emociones, pensamientos que, al no ser dichas, pueden generar confusión en los demás o una sensación de estancamiento en nosotros. También una palabra no dicha puede lastimar y hacernos sentir culpables.
Mi propuesta es que tomemos conciencia de las palabras que vamos elaborando, antes de que salgan de nosotros, solo para corroborar que están alineadas a lo que nuestro corazón quiere. De esta forma, nos cuidamos a nosotros mismos y también cuidamos a los demás. Simplemente calibrando desde el corazón la intención que tiene esa palabra que brota dentro de mí, y que si es congruente con lo que mi corazón quiere, será seguramente acertada y construirá y no destruirá. De esta forma no nos cargamos ni de sentimientos de culpa, ni generamos resentimiento en los que nos rodean.
Con la conciencia y la claridad de intención, podemos trabajar el ser impecables con nuestras palabras.