En esta época del año, por lo general nuestros pensamientos e intenciones tienen mucho que ver con lograr cosas, obtener algo que deseamos, ordenarnos y dirigirnos hacia donde queremos.

Todos sabemos que una de las satisfacciones máximas la experimentamos cuando damos algo de nosotros mismos, y vemos cómo eso que entregamos genera un bien en alguien o en algo más.

Junto con nuestras intenciones de este año y hacia donde nos queremos dirigir, creo que también sería útil pensar sobre lo que queremos dar.

La vida está hecha de dar y recibir, de soltar y asimilar, de incorporar y expulsar. Si no entregamos, no podemos acoger lo que la vida nos ofrece.

Recuperar la consciencia de todo aquello que podemos dar a nuestro alrededor, nos puede ayudar a saber mejor lo que somos y a que eso se multiplique en la entrega.

Muchas veces tenemos talentos escondidos, debido a que no nos hacemos conscientes de ellos. En ocasiones alguien más nos lo refleja, e incluso nos sorprende.

Culturalmente sentimos que hacernos conscientes de lo que aportamos es una especie de presunción. Sin embargo, si lo ponemos en el contexto de que eso se nos fue dado de forma gratuita, y que, si lo entregamos de la misma forma cobra sentido y se multiplica, es humildad y generosidad lo que experimentaremos, no presunción.

Al proyectar el inicio de año, podemos incluir aquello que nos gustaría poder dar y entregar a los que nos rodean, con la esperanza de que esto que aportamos se pueda convertir en vida para todas las personas que pasan por la nuestra.