En los últimos años se ha puesto de moda la cultura del Bienestar o “Wellness” y nos ha aportado cosas muy interesantes, como recordarnos que vinimos al mundo a vivir en armonía y a buscar nuestra felicidad. Y que la vida se pasa y hay de disfrutarla.

Sin embargo, se puede malentender esta búsqueda con una evasión de todo lo que implique incomodidad. Esta incomodidad a veces tiene que ser atravesada para alcanzar la armonía.

Hay muchas situaciones desagradables que nos va presentando la vida que no excluyen el estar bien en nosotros mismos. Por esto hago una diferencia entre el concepto de Bienestar y el del Bienvivir.

El Bienvivir implica inferir en lo que nos toque inferir en la vida, hacernos responsables, lo cual muchas veces requerirá nuestro esfuerzo. Implica angustiarnos cuando nos sentimos angustiados, llorar y sufrir cuando nos sentimos despojados y vacíos, enojarnos cuando sentimos que algo es injusto, alegrarnos cuando algo nos impresiona, agradecer todo lo que nos rodea.  Y así podríamos seguir y seguir….

El Bienestar muchas veces se asocia con evitar todo esto que nos altera de alguna u otra forma. Que nos impacta, pero que también nos transforma y nos va enseñando de qué se trata vivir. Sin intentar filtrar lo que a nosotros nos pareces que debería o no ser, que deberíamos o no sentir.

La Sabiduría se ha entendido en algunas culturas, como esto precisamente, como el Arte de Vivir. No como la búsqueda de bienestar solamente, sino como la integración de todo lo que es, sin escoger, sino intentando acoger. Y en esta completud e integración se vive y se está.