Nuestra vida emocional muchas veces está cargada de una intensidad que nos puede abrumar. Como ya hemos comentado, las emociones son energía y no somos capaces de manipularlas, solamente las podemos concientizar y atravesar.

Algunas de esas emocionen son placenteras y otras no. Algunas son muy leves y otras son muy intensas. También existen personas con un tono emocional más tenue, y otras con un tono emocional más fuerte. Ninguna es buena o mala, simplemente es.

Eso hace que vibren la vida de manera distinta. Las personas con tono emocional más fuerte perciben de manera intensa las emociones, no solamente displacenteras, sino también las placenteras.

Una cosa distinta es la complejidad. Todos tenemos cierto grado de enredo, de falta de claridad, de confusión, de incongruencia, de chantaje emocional, a esto es a lo que voy a llamar complejidad. Esto no es una cuestión de forma de ser, es una cuestión más bien de falta de madurez emocional. Por lo mismo, es algo en lo que se puede ir trabajando y que puede evolucionar para hacernos la vida más fácil. Y si no se hace, dificulta mucho nuestras relaciones interpersonales.

A través de la clarificación de nuestras emociones, de la aceptación de estas, de la comunicación asertiva; vamos logrando, poco a poco, mayor simplicidad. A veces se confunde esta simplicidad con negación, y no es así, más bien esta simplicidad tiene que ver con claridad, congruencia y aceptación.

En resumen, una cosa es nuestro tono emocional, el cual tiene que ser aceptado y asumido, y otra es nuestra complejidad, que a través de la consciencia se puede convertir en simplicidad y por lo tanto ligereza.