
Dentro de nosotros existen muchas voces. Hay algunas que nos confunden, que nos descolocan y que nos llevan por caminos que no queremos ir.
Hay otras que nos recuerdan lo que somos y lo que queremos, y nos orientan en la dirección del camino que queremos tomar.
Cuando estamos en este camino nos sentimos plenos, en paz y alegría. Cuando vamos por el otro nos sentimos ansiosos, descolocados y confundidos.
Aprender a distinguir estas dos voces no es fácil. Muchas veces podemos empezar por diferenciar lo que nos provocan estas dos voces.
No importa si vienen de afuera o de adentro, si nos producen ansiedad, angustia, culpa, desazón, quiere decir que no vienen de lo que resuena con nuestro núcleo sano. Vienen del Ego.
Si, por el contrario, nos dan certeza, solidez, ecuanimidad y alegría, quiere decir que resuenan con nuestro corazón y con lo que nos va a llevar a ser congruentes con lo que queremos encarnar y vivir.
A veces esto implica tomar el camino difícil, y no el de mayor comodidad, pero la buena noticia es que al final de ese camino nos espera un encuentro con nuestro verdadero ser y, por lo tanto, con una mayor plenitud.