En el Zen existe este concepto de dos diferentes tipos de mirada. Una que excluye pero direcciona y otra que incluye y espera. 

En Occidente tendemos a concentrarnos o a ejercitar más la mirada flecha. Se prioriza la conciencia proactiva en donde tratamos de dirigir nuestras vidas, nuestro entorno, e incluso nuestro Planeta. 

Por el contrario, en Oriente se prioriza la mirada copa, en donde se acoge lo que es y viene con una actitud de apertura y aceptación. Esto no quiere decir que todos los orientales cultiven dicha actitud, ni que los occidentales solamente ejerciten la otra.

Me refiero más bien a un entorno cultural que facilita el desarrollo de alguna de las dos prioritariamente. 

Aunque las dos miradas son necesarias, si tuviéramos que elegir trabajar en alguna de ellas, los occidentales nos beneficiamos mucho de escoger ejercitar la mirada copa. 

Durante la primera mitad de nuestra vida, en el proceso de individuación y de constituir nuestra identidad, se nos invita de manera instintiva a cultivar la mirada flecha, ya que nos necesitamos dirigir, construir, direccionar, para poder funcionar en la cultura que estamos inmersos.  

Si nos quedamos ahí y no integramos la otra mirada, se genera mucho estrés y una sensación de constante insatisfacción. 

Por el contrario, si aprendemos a desarrollar la mirada copa, ejercitamos la aceptación de lo que es y hay, vamos soltando la necesidad de control, y de tener la razón, de enfrentarnos con el entorno. 

En Oriente existen muchas técnicas para ejercitar esto, como los diferentes tipos de meditación, el Yoga, etc. Podemos aprender de ellas incorporándolas a nuestra vida. En Occidente también existen técnicas que cultivan esto, como la Oración Contemplativa u Oración Hesicasta, y todo lo que abarca el llamado “Mindfulness” o Atención Plena, que trata de simplificar o volvernos accesibles todas estas estrategias para lograr integrar las dos miradas.

La mirada flecha es necesaria para incorporar a nuestra vida alguna de estas prácticas, y la mirada copa sería el fruto de hacerlo. Por lo tanto, las dos son necesarias y nos ayudan a lograr integración.

En el Zen existe este concepto de dos diferentes tipos de mirada. Una que excluye pero direcciona y otra que incluye y espera. 

En Occidente tendemos a concentrarnos o a ejercitar más la mirada flecha. Se prioriza la conciencia proactiva en donde tratamos de dirigir nuestras vidas, nuestro entorno, e incluso nuestro Planeta. 

Por el contrario, en Oriente se prioriza la mirada copa, en donde se acoge lo que es y viene con una actitud de apertura y aceptación. Esto no quiere decir que todos los orientales cultiven dicha actitud, ni que los occidentales solamente ejerciten la otra.

Me refiero más bien a un entorno cultural que facilita el desarrollo de alguna de las dos prioritariamente. 

Aunque las dos miradas son necesarias, si tuviéramos que elegir trabajar en alguna de ellas, los occidentales nos beneficiamos mucho de escoger ejercitar la mirada copa. 

Durante la primera mitad de nuestra vida, en el proceso de individuación y de constituir nuestra identidad, se nos invita de manera instintiva a cultivar la mirada flecha, ya que nos necesitamos dirigir, construir, direccionar, para poder funcionar en la cultura que estamos inmersos.  

Si nos quedamos ahí y no integramos la otra mirada, se genera mucho estrés y una sensación de constante insatisfacción. 

Por el contrario, si aprendemos a desarrollar la mirada copa, ejercitamos la aceptación de lo que es y hay, vamos soltando la necesidad de control, y de tener la razón, de enfrentarnos con el entorno. 

En Oriente existen muchas técnicas para ejercitar esto, como los diferentes tipos de meditación, el Yoga, etc. Podemos aprender de ellas incorporándolas a nuestra vida. En Occidente también existen técnicas que cultivan esto, como la Oración Contemplativa u Oración Hesicasta, y todo lo que abarca el llamado “Mindfulness” o Atención Plena, que trata de simplificar o volvernos accesibles todas estas estrategias para lograr integrar las dos miradas.

La mirada flecha es necesaria para incorporar a nuestra vida alguna de estas prácticas, y la mirada copa sería el fruto de hacerlo. Por lo tanto, las dos son necesarias y nos ayudan a lograr integración.