
Una manera como expresamos que algo o alguien nos importa es poniéndole atención. Hacernos presentes para aquello que nos interesa es la forma más básica como demostramos nuestro amor.
No podemos amar algo sin mirarlo, sin reconocerlo y sin abrirnos a lo que es. Cuando una persona hace esto con otra, eso es lo que llamamos amor.
El problema es que, para sintonizar de esta forma con otra persona, primero necesitamos estar presentes. ¿Qué significa estar presentes? Significa que nuestra atención está puesta en el aquí y el ahora.
La dispersión y el acelere en el que vivimos, obstaculizan esta posibilidad de presencia. Hacen que estemos o rumiando el pasado, o proyectando el futuro. La forma como rumiamos el pasado puede ser como añoranza o como resentimiento, y la forma como proyectamos el futuro puede ser como esperanza o como miedo. Todo esto está matizado por lo que en nuestro discurso mental consideramos positivo o negativo.
Así funciona nuestra mente, y cuando esta nos domina, las personas con las que entramos en contacto forman parte de estas proyecciones o de estos recuerdos.
Cuando, por el contrario, nos hacemos presentes con todos nuestros sentidos externos e internos a la persona que tenemos enfrente de nosotros, estos discursos ya no distorsionan la forma como percibimos la realidad única de ese ser con el que nos encontramos. Simplemente, nos abrimos a su presencia y nos dejamos enriquecer por todo lo que ésta nos aporta.
En esta actitud frente al otro, también se da el regalo que le aporta el simple hecho de hacernos presentes. Este regalo o don, es el principio de lo que llamamos Amor.