Muchas personas se han referido al Miedo como opuesto al Amor. Todos sentimos miedo, es una experiencia humana natural. El secreto es la confianza, eso es lo que diluye la ansiedad y el miedo.

La desconexión y sensación de soledad es lo que muchas veces nos carga de miedo e inseguridad. La cercanía y la intimidad es lo que nos hace sentirnos completos y nos da una sensación de confianza y armonía.

El Amor toca las oscuridades de nuestra vida y ablanda nuestro corazón. El Ego hace que nos endurezcamos y nos tratemos de proteger. Cuando sentimos la presencia de alguien en quien confiamos, podemos soltar por un rato esa defensa.

La capacidad de sintonizar con alguien y de poder compartir intimidad y aceptación, es algo que todos necesitamos, aunque no lo sepamos. Si retrocedemos en el tiempo, es esa relación con quienes nos cuidaron lo que nos sostuvo y nos capacitó para ir creciendo. El problema es que muchas veces en el camino no percibimos esa presencia y nos llenó de ansiedad.

El volver a buscar la apertura a esa calidad de relaciones, muchas veces es un trabajo difícil porque sentimos que nos estamos exponiendo a mayor dolor. Lo paradójico es que al cerrarnos ese dolor no cede, está ahí encriptado.

Las buenas relaciones van ablandando ese corazón endurecido y por lo tanto dominado por el miedo. Pero esto es un proceso, y en el camino hay retrocesos, pero la intención de capacitarnos para establecer esta intimidad es lo que va diluyendo nuestros miedos.  O los va manteniendo al margen, para que no sean éstos los que dominen nuestra manera de estar en el mundo.