
Hay personas que dan luz a nuestra vida, es decir, la hacen más clara y agradable. Todos tenemos el potencial de ser luz para los demás, porque esa es nuestra esencia. Pero hay algunos que lo saben y lo intuyen de manera natural y, por lo tanto, evidencian que lo son.
La presencia de esas personas en nuestras vidas es una bendición. Nos conectan con la claridad, con la simpleza y con la alegría de vivir.
Todas estas características son parte de lo que todos y cada uno somos, sin embargo, casi siempre las perdemos de vista. La mirada limpia y clara de algunas personas, nos lo recuerda, y si nos dejamos, nos hacen entrar en contacto con esas cualidades, lo cual limpia a la vez nuestra propia mirada y nos permite ser esto también para los que entran en contacto con nosotros.
A veces el poder ser luz, es fruto de un trabajo de consciencia, y sobre todo de quitar lo que nos estorba para poder vivir desde lo que realmente somos. Una analogía es que somos una lámpara cubierta por muchas mantas, y en cuanto esas mantas se van desprendiendo, podemos iluminar más.
Por otra parte, hay personas que no tienen tantas capas, es decir, que sin mucho esfuerzo ni, emanan esta luz constantemente. A veces, ni ellas se dan cuenta, pero para los demás es muy evidente.
Sea en potencia, o en concreto, todos nacimos para eso: para expresar y entregar lo que somos, esta luz. Pero no todos lo hacemos de la misma forma, cada una tiene un tono distinto, y aporta un matiz que solo ella puede aportar.