¿Quién de nosotros no valora profundamente su libertad, la busca y la cuida? Por lo menos conscientemente, la mayoría de las personas. 

A veces distorsionamos el lugar que la libertad ocupa en las relaciones con los demás como entrega amorosa. ¿Cómo? Creyendo que ésta debe de ser sacrificada para que podamos dar amor y recibirlo.

Es todo lo contrario, la libertad es una condición elemental en el amor, sin ella éste no existe o lo estamos falsificando. “ El amor nunca se puede imponer, solo se puede ofrecer” Alexander Zatyrka 

Lo opuesto a la libertad no es la esclavitud, sino el miedo. El miedo nos quita y nos resta libertad. Si dejamos que la dinámica del miedo domine la manera como nos relacionamos con nuestro entorno, perdemos la posibilidad de optar desde nuestra voluntad. 

Hay muchos niveles de libertad y tipos de libertad. Una de ellas, es la libertad interior, de los propios condicionamientos, de nuestros programas mentales que están dominados por el Ego y no por lo que realmente queremos o anhelamos. 

Creo que una de las tareas de nuestra vida que nunca termina, es irle quitando terreno a esta programación, para ir ganando en libertad interior. Implícitamente con este trabajo, vamos desactivando ciertos miedos que operan en nosotros. 

Si no valoramos y cuidamos nuestra liberación, nuestra mirada no percibe o no le da importancia a la del otro. Es entonces cuando nos imponemos, tratamos de poseer, utilizamos, etc,  a los demás. Y muchas veces, lo que produce en los otros es una resistencia, por sentir amenazada esta parte fundamental de lo que son. 

La mayor parte del tiempo esto lo hacemos de manera inconsciente. Por ejemplo, creyendo que “sacrificando” fragmentos de nuestra libertad, estamos beneficiando a alguien. Lo que nos lleva a buscar cierto reconocimiento de parte del “beneficiario”, el cual raramente no responde de esta forma, ya que se siente chantajeado y presionado, y se pone a la defensiva. 

Si en cambio, yo hago lo mismo porque lo quiero hacer , la dinámica cambia por completo. El otro puede responder en libertad a lo que yo haya aportado, y normalmente esa respuesta enriquece el intercambio.  En resumen, el sacrificio de la libertad no beneficia a nadie, ni a mi, ni al otro. Y muchas veces descompone las relaciones. 

Otra cosa muy distinta es que yo, por mi propia voluntad, responda a una necesidad que no es mía, sino de alguien más. Eso se llama generosidad y es también un elemento fundamental en las relaciones. Pero es importante articular estos dos componentes: Libertad y Generosidad sin confundirlos.