Nuestras relaciones interpersonales nos reflejan muchos aspectos de nosotros mismos. Frente a esta realidad, tenemos dos caminos: resistirnos al aprendizaje que nos quieren dejar, o nos enfrentarnos y aceptar esas partes de nosotros. 

Cada relación en este sentido, nos regala un aprendizaje, y está en nosotros  incorporar dicho aprendizaje para ayudarnos a crecer. 

Hay vínculos en nuestra historia que nos impactan más, debido a la profundidad que éstos tienen. Las relaciones de más intimidad, son aquellas que nos retan mas, porque son en las cuales nos podemos mirar sin máscaras. 

Las conexiones más profundas, normalmente no las establecemos desde las cuestiones periféricas de nuestro ser, sino desde nuestro ser mismo. Podríamos decir, que un encuentro íntimo a cualquier nivel, conecta a mi ser con el ser del otro.

Esta conexión es lo que hace que nos enamoremos, que entremos en una relación de pareja. Desde luego, no es  la única forma de intimar y de entrar en una conexión profunda con otra persona. Pero en la mayoría de las personas, existe una búsqueda de este tipo de intimidad y de vínculo, en la cual se esconde la posibilidad de encontrarnos también con lo más profundo de nosotros mismos.

La relación de pareja, es una parte fundamental de nuestras vidas, sea una relación larga, corta, sana, tóxica, o lo que sea, es muy constitutiva de nuestra identidad y de nuestro crecimiento. Se nos espejea particularmente en ésta, los aspectos de nuestra identidad que necesitan ser integrados a la consciencia. 

Así como cuando nos enamoramos, son nuestros seres más profundos los que conectan, luego entran a la escena los demás aspectos de nuestra personalidad, y de la personalidad del otro. Ahí es cuando viene el reto: integrar estos aspectos para que nos permitan crecer en autoconsciencia y por lo tanto en desarrollo personal; o negarlos, evadirlos y concentrarnos en lo que el otro no nos está dando para mantenernos en nuestra zona de confort. Con esta segunda actitud no hay posibilidad de crecimiento.

Crecer implica responsabilizarnos y también estar dispuestos a ayudar al otro a hacerse cargo de lo que le toca, sin cargar con lo que les toca a los demás. Este es un camino de crecimiento y consciencia invaluable.

Las relaciones más periféricas e incluso esporádicas, también nos traen crecimiento y aprendizaje, si somos capaces de verlas de esta manera. Pero muchas veces podemos tener esta mirada, cuando la logramos en las relaciones más íntimas. Por lo tanto, ahí estaría el meollo del asunto. Trabajar y abrirnos a la experiencia de vivirlas así: como un camino de crecimiento e integración.