
Todas las personas, por el hecho de existir ocupamos un espacio en este mundo. Un espacio físico y un espacio energético. Este espacio puede estar ocupado desde una apropiación o habitado desde una invitación.
Cuando ocupamos, sentimos que poseemos, que somos dueños de algo. Por el contrario, cuando habitamos, expandemos lo que somos desde nuestro núcleo vital.
Son palabras para describir maneras diferentes de existir. Para diferenciar si estamos ocupando o habitando, hay dos parámetros o dos medidas. Una es interna y la otra es externa. La interna implica una sensación de bienestar, armonía y de paz cuando habitamos, contrastando con una sensación de lucha, tensión e inquietud cuando ocupamos.
La externa se manifiesta en nuestra relación con los demás y con el entorno. Cuando ocupamos, sometemos, opacamos, peleamos con los que nos rodean y con el contexto, de manera explícita o implícita. En pocas palabras, no permitimos la existencia del otro en cuanto otro. Rivalizamos….o el/ella o yo.
Cuando habitamos, permitimos que el otro no solo habite, sino que podemos adentrarnos y dejarnos enriquecer por su presencia. Abrimos ventanas que nos permiten interactuar desde el respeto y la admiración de la existencia ajena, que se convierte en parte de nosotros en la medida que dejamos que entre por nuestra ventana todo lo que despliega esa presencia.
Creo que todos queremos habitar en vez de ocupar, pero el asunto es que el Ego sabotea el que lo hagamos, porque nos hace percibir a los demás como rivales, como competidores y eso es lo que nos coloca en una actitud de ocupación.
A través de herramientas como el Eneagrama, la auto observación, los caminos espirituales, la Meditación, etc. Podemos desmantelar la compulsión a vivir desde la ocupación, bajar la guardia, y permitir que nuestra vida sea habitada por nuestro ser, el cual no rivaliza, ni compite con otros seres, porque se sabe parte de ellos y los reconoce como partes de sí mismo.
Si logramos hacer un giro de presencia, desde esta perspectiva, no solo podemos generarnos mayor libertad y armonía interna, sino podemos construir un entorno social y global más armonioso, en donde nadie se estorbe, en donde nadie reste y todos sumemos.