
A nadie nos gusta sentirnos rígidos, incómoda la sensación de bloqueo de energía que incluso se materializa a nivel corporal. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de lo que genera esta sensación o esta reacción. Es como si fuera una defensa instintiva frente a ciertas situaciones que percibimos como amenazantes.
Algunos autores afirman que la rigidez es miedo. Pero miedo a qué? Creo que eso depende de cada quien, de lo que en cada cabeza se percibe como una amenaza. En general, muchas personas tienen miedo a la ambigüedad, por lo que necesitan claridad de parámetros, que se convierten en seguridades y se aferran a ellas, pensando que sin ellas están a la deriva.
Lo contrario a la rigidez es la apertura, y lo contrario al miedo es la confianza. La confianza es lo que nos ayuda a no estar a la defensiva, a permitir que la realidad nos sorprenda y podamos fluir con ella. Es el “Dejar ser” y “Dejar ir “ todo lo que nos sucede y sucede a nuestro alrededor.
Con la confianza podemos ser valientes y comprometernos. Cuando nos decidimos y aceptamos esta decisión, confiamos y nos conectamos con la posibilidad. “ Cuando confías, apoyas la autonomía propia y la del otro” Miriam Subirana
Esta actitud es lo que necesitamos todos para poder sentirnos seguros y así poder expresar lo que somos. Cuando hay confianza nos vinculamos y nos unimos con lo que nos rodea. La desconfianza fragmenta, separa y genera inseguridad.
Si podemos ver la bondad en nosotros mismos y en los demás, despertamos esa bondad y facilitamos el acceso a nuestro núcleo sano, y el de los otros. Desde aquí puede fluir la energía creativa que todos tenemos, podemos abrir ventanas que nos permiten ver nuevos horizontes.
Para esto necesitamos darnos cuenta de nuestro proceso interior. Permitir que circule en nosotros lo que estamos experimentando, nuestras vivencias internas y externas, y eso nos vuelve espontáneos y flexibles.
Lo que muchas veces obstaculiza esto, es el programa interno que nos compramos de todo lo que “tenemos que…hacer, sentir, ser, etc.” Que está lleno de creencias subyacentes que nos abruman y nos hacen rígidos.
Pero si logramos conectar con nuestro observador interno, que no se fija a todas estas creencias sino que las cuestiona, nos podemos gobernar. Focalizando más en nuestro corazón que está despierto al aquí y el ahora, porque aquí habita. Podemos planear acciones, pero no sentimientos. Los sentimientos se experimentan en el presente y son lo que son.
La apertura a percibir la realidad momento a momento, sin modificarla y sin aferrarnos a ella, nos capacita para soltar la rigidez que nos endurece y no nos permite ser transformados por ella.